RESENTIMIENTO

Tomado prestado de: http://esteban2008.wordpress.com/2008/06/04/diferencias-entre-el-resentimiento-y-el-odio-y-la-envidia/

“La vida no debería extinguirse en algunos seres cuya vocación de servicio, interés social y sentido trascendente de la historia, se reflejan en sus obras. Uno aprende tanto que llega a establecer una relación con el autor que  autoriza sentimientos de amistad, de cercanía, de empatía, como si fuésemos íntimos, camaradas de la lectura que alumbra la vida misma. A mi me parece haber conocido a Gregorio Marañón, pero solamente lo conocí en sus textos, me parece haberlo tratado pero sólo en el ejercicio de las ideas, en la reseña de los acontecimientos, en la pluma ordenada de sus juicios. Su obra sobre Tiberio es monumental, el emperador de Roma en el tiempo de Cristo, la autoridad a la que estuvo subordinada Poncio Pilatos. Marañón elabora en pocas páginas introductorias un análisis sobre el resentimiento, al que atribuye uno de los papeles más nocivos de la personalidad humana, toda su teoría sobre Tiberio en el cuidadoso ínterin de las nociones biográficas de este personaje, están sustentadas en que Tiberio es el modelo por excelencia del hombre resentido.

 Dice Marañón que  cuando la agresión producto de  otros hombres o de la propia vida en lo que llamamos “mala suerte” perdura, “no se diluye, queda  presa en el fondo de la conciencia, acaso inadvertida, allí dentro, incuba y fermenta su acritud, se infiltra en todo nuestros ser y acaba siendo la rectora de nuestra conducta y de nuestras menores reacciones. Ese sentimiento que no se ha eliminado, sino que se ha retenido e incorporado a nuestra alma, es el resentimiento”. Algunas características del resentido según el estudio de Marañón, son las siguientes: el resentido es siempre una persona sin generosidad, sin embargo una persona sin generosidad puede tener capacidad para el perdón, porque el perdón que es virtud y no pasión, puede ser impuesto por un imperativo moral a un alma no generosa. Dice  Marañón, que el que es generoso no suele tener necesidad de perdonar, porque está siempre dispuesto a comprenderlo todo y por tanto inaccesible a la ofensa que supone el perdón. El sentido de la comprensión está asociado a la capacidad de amarlo todo, por lo que el resentido es un ser mal dotado para el amor y por lo tanto un ser de mediocre calidad moral.

 Hay una consideración altamente ilustrativa en el gran escritor y científico español, cuando puntualiza que el resentido no es necesariamente un hombre malo, puede incluso ser un hombre bueno, si le es favorable la vida, pues solamente  ante la contrariedad y la injusticia se hace resentido,  es decir ante los trances en que se purifica el hombre de calidad moral superior. Lo más curioso en el estudio del resentimiento es que el resentido  tiene una memoria contumaz, inaccesible en el tiempo, porque solamente cuando el resentimiento se acumula y daña el alma puede expresarse en un acto criminal, incluso muchas veces  la respuesta agresiva del resentido no llega a ocurrir nunca. Hay una diferencia entre  la maldad de un resentido y de un vulgar malhechor, y es su especificidad, su lenta evolución en la conciencia, su dependencia estrecha del ambiente.   

 El resentido no llega a comprender  que el no alcanzar una categoría superior a la que ha logrado (porque siempre se quiere más en una patología de la codicia) no es culpa de alguien o de la hostilidad de los demás, sino de sus propias limitaciones. Marañón establece las diferencias entre el resentimiento, el odio y la envidia. El odio y la envidia son pecados de proyección estrictamente individual y suponen un enfrentamiento entre el que odia  o envidia y el odiado  o envidiado.

El resentimiento  es una pasión que tiene mucho de impersonal, de social. Quien lo causa puede haber sido no éste o aquel ser humano, sino la vida, la suerte, por ello la reacción del resentido no se dirige tanto contra el que pudo ser injusto o contra el que se aprovechó  de la injusticia, como contra el destino. La envidia o el odio tienen un sitio dentro del alma, y si se extirpan, el alma puede quedar intacta, el odio tiene casi siempre una respuesta rápida ante la ofensa, pero el resentimiento es una pasión de reacciones tardías, de larga incubación entre sus causas y sus consecuencias sociales. El autor de la biografía sobre Tiberio, señala en su estudio sobre el resentimiento, que muchas veces el resentido es un hombre tímido, y que cuando alcanza a ser fuerte, con la fortaleza advenediza que da  el mando social, estalla tardíamente la venganza, añadiendo que por eso son tan temibles los hombres débiles resentidos cuando llegan al poder, en este caso, agrego, a  todo poder, económico, empresarial, profesional, político. Dos ejemplos confirman el aserto, Eva Perón en Argentina, profundamente resentida, cuando ostentó el poder, no pudo resistirse a ejecutar una venganza por una pueril e insignificante burla a que fue sometida por unos amigos que la abandonaron luego de una excursión, en su juventud pobrísima y anónima, disponiendo su arresto por largas semanas, sin explicación justa, sin que el tiempo hubiese podido  aminorar su resentimiento acumulado. El otro caso fue el de Trujillo, profundamente resentido por el desprecio de la aristocracia y la oligarquía que le impidió formalizar su inscripción en el exclusivo Club Unión, cuando era evidente su ascenso político, militar y social, se vengó con creces, humillando a sus directivos, cerrando el Club y poniendo a su servicio como súcubos y cortesanos a gente de “sangre azul”.

 Otro rasgo del resentido es su incapacidad de agradecer así como la facilidad con que transforman el favor que les hacen los demás en combustible de su resentimiento. Cuando se le hace el bien a un resentido, quien lo hace queda inscrito en la lista negra de su incordialidad. Marañón cita una frase de Robespierre, quien fue un resentido mayor y llegó a decir: “Sentí desde muy temprano la penosa esclavitud del agradecimiento”.

 Los resentidos que  rondan la corte del poderoso, se siente atraídos e irritados a la vez, por ello más preocupante que el odio y la envidia, es el resentimiento de muchos colaboradores que viven de su favor, esto explicaría claramente la conjura, la desafección súbita, la emboscada. La sorpresa del Cesar frente a Bruto en las escalinatas del Senado romano, estigmatiza la ingratitud del resentido. El resentimiento es incurable, dice Marañón porque su única medicina es la generosidad. El éxito puede tranquilizar al resentido pero no lo cura jamás, a veces empeora porque al triunfar, entiende su éxito como una consagración solemne de que estaba justificado su resentimiento y esta justificación aumenta la vieja acritud. Excelente estudio y brillante ensayo de Gregorio Marañón. “

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